Un día inolvidable para el VCF Femenino B en el Antonio Puchades

Fue una tarde llena de emociones y de sorpresas para las jugadoras del VCF Femenino B. La primera, poder jugar en el Antonio Puchades, allí donde lo hace el primer equipo femenino y sueñan ellas hacerlo en los próximos años.

Justo antes de salir al terreno de juego una nueva sorpresa. El túnel engalanado para una ocasión única con imágenes de las protagonistas y sentidos mensajes de parte de sus familias. Inevitable las sonrisas y también que rodaran las primeras lágrimas. Y cómo no, apareció en escena un elemento indispensable en esta vida moderna, el móvil. Las futbolistas comenzaron a agradecer a sus familiares por todo el apoyo constante y el sacrificio de todos estos años.

Desde la grada, padres y madres las acompañaban en este día tan especial. Y para ellos fue la primera mirada al salir al son de la música al césped del Antonio Puchades. Para compartir esa sensación de pisar ese terreno de juego por primera vez con quienes tanto las han animado y sufrido en estos años. También con las más pequeñas de la Academia VCF que algún día jugarán en el Puchades y no cesaron de animar en todo el encuentro.

Al rodar el balón se dejaron atrás las emociones para ponerse el mono de faena, ese que las ha llevado a ser campeonas del Grupo VIII de Primera Nacional y conseguir el ascenso de categoría. Costó, ante un rival muy competitivo, pero al final se impuso el filial valencianista con goles de Olga San Nicolás y Raquel, este último ya sobre la bocina. Explosión de júbilo con el gol que era solo un anticipo de lo que vendría.

Porque las alegrías hay que celebrarlas, y aunque ya lo habían hecho el día que se conquistó el campeonato, ayer era un día especial. Y quedaban más sorpresas: las camisetas por la consecución del título de Primera Nacional y el ascenso de categoría con los nombres de todas las protagonistas. La emoción no cesaba. Que sensación la de enfundarse esa camiseta. Una recompensa más que merecida, no solo por esta increíble campaña realizada, sino por todos los años previos de empeño y dedicación.

De nuevo bajo la lluvia se sucedieron los cánticos, los manteos y las bromas. Y más emociones cuando los familiares bajaron al terreno de juego y se hicieron mutuamente el pasillo y un inmenso corro en el centro del campo unidas por las manos. Jugando madres, padres e hijas, como cuando eran pequeñas. Como cuando soñaban ser jugadoras de fútbol.

Ahora ya lo son en la Academia del Valencia CF y en la Ciutat Esportiva de Paterna. Y muy buenas. Y ayer dieron un paso más hacia ese sueño de llegar al fútbol profesional y jugar algún día en el Antonio Puchades.