Valencia CF30 mayo 2020

Los goles de Fenoll y Quique devuelven al Valencia CF a Primera tras un único año en el ‘infierno’

El equipo dirigido por Alfredo Di Stéfano ganó al Recreativo en Mestalla y cantó el alirón tres jornadas antes del final de Liga

En numerosas ocasiones, lo mejor de un principio es que siempre tiene un final. Eso le sucedió al Valencia CF a mediados de los años 80 cuando supo cerrar el círculo más oscuro con la intensa luz del ansiado ascenso a Primera División de forma matemática a falta todavía de tres jornadas para el final del ‘play-off’. Lo hizo este día hace 33 años tras derrotar 2-0 al Recreativo de Huelva en un abarrotado Mestalla gracias a los goles de Emilio Fenoll y Quique Sánchez Flores. Atrás quedó un único año en el ‘infierno’ de Segunda que los blanquinegros superaron con matrícula de honor en una temporada 1986-87 sencillamente fantástica.

Alfredo Di Stéfano capitaneó una plantilla competitiva formada, en su mayoría, por jugadores de la cantera y jóvenes ambiciosos recién llegados, a los que se unieron, entre otros fichajes, el centrocampista internacional uruguayo Miguel Ángel Bossio, procedente del Peñarol de Montevideo, y Pedro Alcañiz, del CD Castellón, máximo goleador de la temporada anterior en la categoría de plata del fútbol español y que, con 10 tantos, se convirtió en el ‘pichichi’ del equipo. Ambos fueron, precisamente, piezas clave en el ascenso.

Fue un año tremendamente complicado en lo deportivo, ya que no continuaron futbolistas importantes como Robert Fernández, Miguel Tendillo, Ángel Castellanos, el meta José Ramón Bermell y el delantero uruguayo Wilmar Cabrera. Sin embargo, desde el inicio el Valencia CF se mostró muy sólido y ya fue campeón en la Liga Regular de Segunda División con 19 victorias, ocho empates y siete derrotas, dos de ellas con el ascenso ya conquistado. Su posición más baja en la tabla de clasificación durante el campeonato de Liga fue una sexta plaza en la undécima jornada, y ya no dejó el liderato en los últimos catorce encuentros de la Liga. Y después en el ‘play-off’ completó su gran campaña.

En ese recordado 30 de mayo de 1987, Alfredo Di Stéfano alineó ante su afición a José Manuel Sempere, Ricardo Arias, Fernando Giner, Miguel Ángel Bossio, Javier Subirats, Fernando Gómez, Pedro Alcañiz, Quique Sánchez Flores, Salvador Revert, Carlos Arroyo y Emilio Fenoll. También jugaron Voro González y Paco Muñoz Pérez. Una de las principales causas del éxito radicó en el ’factor Mestalla’, que se llenaba jornada tras jornada tras unos años difíciles en los que la afición no asistía al campo. Fue tal su gran apoyo que el Club lograba recaudaciones que superaban, incluso, las de muchos encuentros de Primera División y, más de una vez, un duelo del Valencia CF congregaba más gente en el campo que el de todos los encuentros restantes juntos de la jornada en Segunda.

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En aquella plantilla del recordado ascenso a la élite se combinó de forma perfecta la experiencia de varios jugadores con el ‘hambre’ de otros por ser futbolistas de élite. Era un equipo de contrastes en el que sobresalía la veteranía del capitán Ricardo Arias, el centrocampista Javier Subirats y el meta José Manuel Sempere, unida a la del mundialista uruguayo Miguel Ángel Bossio, con la de jóvenes que querían triunfar sí o sí como Fernando Gómez, quien luego marcó una época en el Valencia CF, Quique Sánchez Flores, Carlos Arroyo, actual delegado del filial, Voro González, actual ‘team manager’ del equipo, Salvador Revert y Fernando Giner, quienes le daban ese toque de frescura, ambición y desparpajo a aquel Valencia CF. Al final, lo que fue una enorme tristeza por el descenso a Segunda en 1986 se pasó a una tremenda alegría este 30 de mayo de 1987. Los valencianistas volvieron a sonreír y a sentirse orgullosos de su equipo.

Quique Sánchez Flores: “La generación de hoy estaría muy orgullosa del Valencia CF que logró el ascenso a Primera”

¿Cómo se sufre más, como jugador o entrenador?

Se sufre más como entrenador. Como jugador no se sufre nada, ya que se disfruta hasta la última gota. Es una cosa totalmente distinta, vamos, nos divertimos, entrenamos, nos juntamos con los jóvenes, los amigos, nos vamos a casa y sólo nos preocupamos de entrenar al día siguiente, deseando que llegue el fin de semana. Como entrenador las preocupaciones no cesan, estás todo el día pensando en el partido, en los jugadores, en manejar el grupo, en que no se te caiga, inyectarles todo lo posible, en transmitir, es una cosa totalmente distinta.

¿Cómo era aquel Valencia CF del ascenso?

A la nueva generación de valencianistas le diría que aquel equipo representaba muy bien al Valencia CF, porque éramos un equipo donde la mayoría de los chicos éramos de la casa. O nos habían firmado muy jóvenes tipo Chato Arroyo con 18 años o a mí con 19, o habían crecido en la cantera como Fernando Giner con 19 años, Fernando Gómez con 19, Voro igual 21. Luego llegó Alcañiz muy joven, Emilio Fenoll también subió de la cantera, Salva Revert... Éramos mucha gente joven intentando sostener un cambio, sostener un cambio en un momento difícil del Valencia CF, en el que habíamos tocado fondo y que había que rearmarse. Creo que la generación de hoy estaría muy orgullosa de aquel Valencia CF que logró el ascenso, de sentir tantos valencianos o casi valencianos en el equipo desde tan pequeñito y, seguramente, habrían disfrutado mucho de este equipo, lo hubiera reconocido muy bien.

Hombres de la casa sacaron al equipo de una situación muy complicada ¿verdad?

Así fue. No había otra posibilidad, el Club no tenía, no podía rearmarse de otra forma. Los veteranos que quedaban eran buenos. Teníamos a Ricardo Arias, a Sempere, teníamos a Miguel Ángel Bossio, tipos muy curtidos, pero eran la minoría, eran los que nos apoyaban, enseñaban, nos empujaban. Nosotros teníamos una gran cantidad de jugadores jóvenes que, realmente, creo manifestaba muy bien cuál era el sentimiento en ese momento del valencianismo. Y eso lo notábamos. No me quiero olvidar de Fernando Gómez, que era el gran capitán y que era un genio. Y Alcañiz también. Y Subirats, mi compañero en esa banda derecha y de todo ese año.

¿Cómo era Alfredo Di Stéfano?

Di Stéfano sería el Ferguson argentino-español, porque era una cosa diferente. Nosotros aprendíamos cada día con Alfredo. Es como si ahora una generación joven de futbolistas o aficionados lo va a entrenar Maradona, o Messi, o el mejor jugador del mundo veinte años antes. Eso es lo que pasa con Alfredo cuando viene en los 80. Viene de ser el mejor jugador. Para nosotros era una figura admirable, muy respetable y que aprendíamos a base de ejemplos, anécdotas, historias que nos contaba. Era una figura que admirábamos, idolatrábamos y nos divertíamos mucho porque era un tipo muy divertido. Realmente fue muy importante tanto en la transición, fue una figura importante porque la respetaba todo el mundo.

¿Qué importancia tuvo el técnico y los jugadores veteranos?

Era necesario la figura del líder, del hombre que debía guiarnos. Detrás de Alfredo los siguientes a continuación iban Javier Subirats, Ricardo Arias, Sempere, Bossio…, eran tipos que nos generaban un respeto. Pero en el fondo nos sentíamos todos culpables de esa situación, nos sentíamos muy responsables de tener que devolver al equipo a una situación histórica a la que de alguna forma nosotros habíamos respondido la temporada anterior. Le gente joven estuvo a la altura de los demás, del líder Alfredo, de los veteranos que dieron el callo. Fue la forma de llegar a la gente.

¿Cómo fue esa Liga en Segunda División con eliminatoria por ascenso incluida?

Fue una campaña que se pudo haber hecho muy larga, porque hubo ‘play-off’, pero afortunadamente no fue así. La asumimos desde la responsabilidad, de tener que estar sólo ese año en Segunda y subir que no era fácil, pero asumimos la responsabilidad. Empezó bien ganamos en Figueras 0-1, pero recuerdo un momento de la primera vuelta en la que perdimos con dos filiales Barcelona Atlético y Bilbao Athletic y entramos en un momento un poco de depresión. Estábamos jugando bien, era un equipo alegre, joven. Fue entonces aquella famosa portada de uno de los periódicos valencianos, que nos sacaron todos vestidos de bombero torero, porque Di Stéfano, cuando acabó el partido ante el Bilbao Athletic en casa, que perdimos 0-1, le preguntaron por el espectáculo y dijo ‘quién quiera espectáculo que vaya a ver al bombero torero’. Salimos retratados absolutamente toda la plantilla, nos reímos mucho. Por un tiempo se vetó el periódico, pero nos reímos mucho en el vestuario.

¿Qué recuerda de ese choque en Mestalla?

Fue un partido cargado de la emoción, pero acabamos muy bien la temporada. Teníamos la sensación de que ese partido era contra un rival que preparaba Espárrago, un grandísimo entrenador que tuvimos después. Le habíamos ganado bien en Liga, 5-1 si mal no recuerdo, pero estábamos en un ‘play off’ y lo único que valía era ganar. Teníamos lógicamente la presión de jugar en casa, no podíamos fallar, pero era el partido clave. Salimos super concentrados, jugamos muy bien. En el primer tiempo no fuimos capaces de abrir el partido. En el segundo tiempo Fenoll, de un disparo desde fuera del área, nos encauzó y yo definí tras una serie de rechaces a un lado. Era una temporada donde había tenido mucha confianza. Había metido muchos goles, éste era el noveno gol de la temporada para un lateral. Nos abrazamos, la afición se volcó, saltó luego al campo y celebramos el regreso al lugar del que nunca nos deberíamos haber ido.

¿Qué importancia va a tener la mentalidad en este final de temporada?

Ahora parten todos los equipos de cero. Ha habido tiempos en los que, de alguna forma, ha habido un poco de crítica positiva o negativa de cómo llegan los equipos a los momentos importantes. Llegó bien físicamente este equipo, llegó regular, mal. Pero ahora todos llegan igual, parten de cero, no han tenido mucho tiempo, tienen que adaptarse, no queda otra, hay que mentalizarse. No vale decir es que los tres primeros partidos, si no ganamos, vamos a crecer igualmente. Eso ya no existe, esos once partidos son muy importantes, todos los puntos cuentan. Es adaptarse sí a sí, no hay otro escenario, la velocidad que tienen que coger los equipos es máxima desde el primer momento. Desde el primer momento hay que ponerse las pilas.

Fútbol en 32 días. ¿Habrá que ir a tope desde el inicio?

Sí, porque no hay margen de error. Vamos a tener la sensación como espectadores de ver una especie de Mundial, de Eurocopa. Vamos a tener partidos todos los días, esto para el espectáculo es fantástico y no habrá margen de error. No hay que calcular.

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